Esta es una pregunta recurrente y quiero confesar que como músico, también la tuve al comienzo de mi carrera.

Comencemos por admitir que existe descontento en cualquier sector que se encuentra con la sorpresa que debe «pagar» por un servicio o un bien que ya utilizaba «gratis» desde siempre.

Ese es el caso de la Música. Por mucho tiempo los usuarios de este activo pensaron que con comprar un disco, pagar suscripción de Spotify o por pagar sus cuotas de servicio de internet ya tenían todo el derecho de usar música sin necesidad de pagar una licencia.

Pocos leyeron los términos de uso de estas apps, que incluye la prohibición de usarse en lugares públicos o inclusive las inscripciones famosas en los discos CDs, Vinilos y hasta Cassettes que rezaban: «prohibida su reproducción total o parcial en lugares públicos…»

A diferencia de servicios como la energía eléctrica, agua potable, servicios de cable o internet, la música no puede ser «cortada» o «interrumpida» en un comercio, radio o local. Por esa razón, las modalidades de pago por este uso, a los dueños del derecho, se hace a partir de una licencia.

El consumo de música en forma privada; en el carro, casa, espacio íntimo y el uso público de la música para acompañar un comercio, o como materia prima (como en la radio) es enorme. El uso comercial de la música supone una explotación de la propiedad intelectual ajena y requiere entonces de la adquisición de una licencia. ¿Quién otorga esa licencia? En el caso del derecho conexo en Guatemala es Aginpro y también lo hace en nombre de Musicartes que no goza el derecho de cobrar directamente a los usuarios.

Esa licencia se otorga en favor de los miembros locales y a través de los contratos de reciprocidad con las sociedades hermanas.

¿Pueden los usuarios dejar de contratarme por ser miembro de una sociedad de gestión colectiva?

Ese temor radica en la falta de conocimiento de ambas partes. Para comenzar, nosotros los músicos intérpretes y ejecutantes gozamos del derecho de permitir o no la explotación comercial de nuestra obra. Las sociedades de gestión colectiva tienen el mandato, otorgado por el mismo Gobierno Nacional. de cobrar estas licencias.

Como es bien sabido, mucha de la música que se escucha en comercios, radios y cable es de procedencia extranjera, eso significa que ese mismo derecho constitucional que protege a los artistas nacionales, defiende a los internacionales en nuestro territorio y nadie les ha dejado de contratar o usar su música por pertenecer a una u otra sociedad.

Aunque no se ha sabido públicamente de algún usuario que haya dejado de contratar a un artista nacional o internacional por ser parte de una sociedad como Musicartes, AIE España, EJE México, SGAE España o BMI en EEUU, existe el temor que algún bar, restaurante o inclusive alguna radio o canal de televisión, castigue y vete a un músico por defender el derecho de cobrar por el uso de su música.

No sería en todo caso ni ético ni moral hacerlo, pero sobre todo, sería irónico ya que en todo el mundo libre estas licencias se pagan. Las leyes protegen a los creadores y los artistas más reconocidos a nivel mundial gozan de esta protección en todo el mundo. Es decir, aquellos que ayudan a que los bares, restaurantes, canales de tv, radio o cable tengan audiencia feliz con su música y vendan más, gozan ese derecho en la mayoría de países.

Por esa razón, como músicos no debemos dejar engañarnos si se nos amenaza alguna vez de esta práctica, los comercios tienen toda la obligación de pagar -si utilizan música-, aunque se ha visto en nuestros países la resistencia a este pago y en algunos casos como en Guatemala, la pelea legal por intentar cambiar inclusive la misma Constitución con tal de lograrlo.

Los músicos debemos defender este derecho por el bien de nuestra Industria y por que también la música constituye un activo de cualquier país, siendo uno de los ejes de la cultura e identidad de las naciones, es un patrimonio que debe ser protegido y aprovechado.

Como ejemplo tenemos a Suecia, dónde sólo en el 2011, la industria de la música de esta nación de 9,5 millones de habitantes generó ganancias de más US$150 millones por concepto de exportaciones. Ellos pagan hasta un poco más de su obligación como usuarios a las sociedades de gestión colectiva y protegen a sus creadores musicales porque saben que representarán un ingreso importante que se verá reflejado en su PIB y macro economía. Lo mismo sucede en países latinos como Colombia, México o Brasil.

Los Buenos Usuarios de la Música

Los creadores de la música debemos estar conscientes que nuestro trabajo vale, le da un enorme valor agregado y brinda una mejor experiencia a los clientes de los usuarios de la música y debemos trabajar juntos en hacer crecer esa relación.

Hay que valorar, agradecer y honrar a esos buenos usuarios que hacen pago de las licencias respectivas, no sólo por que están cumpliendo la ley, sino porque ayudan a mantener vivo el sueño de muchos músicos, hace crecer la Industria Musical local y brinda un retorno directo a la economía, sabemos que son muchas las familias que trabajan directa o indirectamente en la música.

En Guatemala son muchas las empresas que lo hacen, tenemos el gusto de conocer algunas y desde Vice-Presidencia hay un proyecto muy interesante que honra a los buenos usuarios, brindándoles gratuitamente conciertos de nuestros socios, con entrevista incluida para visibilizarlos y a la vez, promocionar el arte de nuestros interpretes y ejecutantes.

No olvides que somos responsables de nuestra promoción, nuestro trabajo necesita difusión y son los mismos usuarios quienes pueden ayudarnos a expandir nuestra arte. Por esa razón, es importante proveerles copias de nuestros discos e incentivarles a usar nuestras canciones en sus locales. Esa cercanía entre el Músico o Productor Musical y el usuario de la música puede generar buenos resultados en ambas vías, un gana-gana seguro.

La Música le da valor a cualquier comercio y hace que los momentos se vuelvan inolvidables, eso lo reconocen los buenos usuarios y por esa razón, también defienden la música con el pago de sus respectivas licencias.