Es un jueves por la noche y querés salir a divertirte. Hay cientos de opciones en la ciudad; hay para todos los gustos, de todos tipos, para todos los presupuestos, con varios tipos de comida, de licor, de cerveza.

Si a la ecuación le sumas música, también hay opciones: el bar que solo pone música a volumen descomunal, el que invierte en un grupo de covers, el que tiene noches de kareoke, el  que tiene un DJ, el que le “abre las puertas” al artista nacional para que “se dé a conocer”, el que tiene un genuino interés por llevar opciones diferentes de música en vivo, el que tiene rocola y un muy largo etcétera.

Entonces elegís un bar, te das cuenta que están cobrando la entrada porque hay una banda de música original en vivo y te ves en la necesidad de elegir si queres cuatro cervezas o solo dos y  pagarle a los músicos que esa noche tienen tomado el lugar. Pero, esa noche, de casualidad tenés más ganas de las cervezas que de la música y decidís ir a otro lugar, total, hay varias opciones.

Al siguiente fin de semana o el próximo día que salís, sucede lo mismo, preferís las cervezas. No es que no te guste la música, sino que es tu momento para relajarte y música siempre va a haber.

No es una historia aislada, con tantas opciones, con gustos tan heterogéneos y con tanta necesidad de distracción en una ciudad donde la hostilidad empieza desde el momento que te subís a tu carro o al bus en la mañana,  muchas veces la idea de ir a un bar a escuchar a una banda en vivo no es la opción más atractiva y sin embargo, los bares se han convertido en virtualmente el único ambiente en el que podés encontrar música original en vivo. 

Muchas bandas y artistas han encontrado en los bares su opción favorita para tocar y más allá de un eventual concierto en algún otro espacio, no se mueven. Y ya sea por la situación económica o por la idea de diversión nocturna que tienen las personas, los conciertos en los bares no necesariamente son los más exitosos.

Aunque para muchos músicos tocar en bares ha sido determinante para darse a conocer y exponer su arte ante el público, se ha convertido en una zona de confort y por ende se traduce en un descuido total de otros espacios para la manifestación musical y sobre todo, un descuido de otros públicos conformados por personas que quizá no preferirían la cerveza.

Más allá del bar

Muy poco antes del boom del rock en español a finales de los 80 y principios de los 90, muchas bandas en la ciudad de México iniciaron sus carreras tocando sobre camiones con plataformas que se estacionaban cerca de parques o lugares públicos.  El rock llegaba directo a las calles y la gente los seguía. 

Alguna vez mis amigos de la banda Woodser, me contaron que ante la negativa de dejarlos tocar en varios bares del entonces sector cultural 4 Grados Norte, decidieron llegar con sus instrumentos y tocar en plena calle peatonal.

El guitarrista de jazz Cristobal Pinto, me contó que algunos domingos llegaba con su guitarra y amplificador a la sexta avenida de la zona 1, pedía corriente eléctrica a algún local de buen corazón y tocaba en la calle sin presiones y ante un público tan diverso como único.

Para el día del orgullo de la comunidad LGBTIQ+, la banda Los Tiros tocó en la terraza de una tienda de ropa en el corazón de la ciudad y se convirtió en uno de los puntos más divertidos e interesantes del desfile. Muchas personas conocieron a la banda a raíz de esa presentación.

Lo mejor de la música es que se no solo abre mentes y corazones, también abre espacios.

Olvidarse que la música puede llegar más allá de un bar, es olvidar su esencia. Tocar en otros espacios que no sean bares también ayuda a desligar la idea de que la música solo se puede disfrutar con una cerveza o un cóctel en la mano.

En la actualidad, otro trabajo importante para las y los músicos independientes es la búsqueda de espacios para presentarse. Esto ayuda a exponer su arte ante diferentes públicos y a sembrar semillas en terrenos que pueden resultar mucho más fértiles que los bares.

¿Dónde tocar?

Algunas ideas de espacios para tocar más allá de la zona de confort de los bares.

  • Colegios y escuelas: Bandas como Los Reyes Vagos lograron una muy grande base de fanes a raíz de un trabajo que a conciencia hicieron en diferentes colegios de la ciudad. Para muchos jóvenes que estudiaron el Bachillerato entre 2009 y 2015, su primer concierto fue de esta banda y hasta hoy la siguen. 
  • Universidades: Aunque muchos artistas han tenido la oportunidad de presentarse en la Universidad de San Carlos por diversos eventos, sería interesante ganar espacios en otras universidades.
  • Almacenes o locales comerciales: Existe una gran cantidad de almacenes cuyo público objetivo puede estar alineado con el de los artistas. En otros países es común que tiendas de ropa por ejemplo, tengan bandas o DJs en vivo. 
  • Galerías o centros culturales.
  • Salones de fiesta: varios artistas podrían alquilar un salón de fiestas y organizar una presentación un domingo por la tarde, cuando puedan asistir familias completas, por ejemplo.

Se trata de ganar espacios que ayuden a llegar a otros públicos y que no sean tan rígidos como un bar. Algunas veces implicará cierta inversión y recursos, pero al menos, al salir de la zona de confort, los artistas podrían hacerse de fanes que de otra forma hubieran sido inaccesibles, además de ganar un espacio en el que se sientan más cómodos y con más y mejor atención por parte de los asistentes.